La llegada del gas natural a los nuevos barrios de La Punta no es solo una obra de infraestructura. Es, ante todo, un acto de justicia social. Una respuesta concreta a una necesidad largamente postergada por años de indiferencia. Los barrios 900, 600, 74, 100, 26, 40, 30, 20 y el 15 de los Profesionales esperaron, en algunos casos, más de diez años para ver hecha realidad esta obra. Hoy, gracias a la decisión del gobernador Claudio Poggi, esta deuda histórica empieza a saldarse. Estamos hablando de una de las obras más importantes en monto que ha encarado el Gobierno provincial, y que beneficiará directamente a 1.805 familias de nuestra ciudad. No es un número menor: representa una mejora concreta en la calidad de vida de miles de vecinos que, hasta ahora, vivían sin un servicio básico como el gas natural. Cuando Poggi fue gobernador, entre 2011 y 2015, se construyeron esas mismas 1.805 viviendas en tan solo cuatro años. En contraste, durante los ocho años de gestión de Alberto Rodríguez Saá, se hicieron apenas 36 viviendas en La Punta. Sí, en el doble de tiempo, menos del 2% de lo que se había hecho antes. Y lo que es peor: durante esos ocho años no se construyó ni un solo metro de red de gas para ninguna de ellas. Ni medio metro. Ni siquiera en el único barrio que se construyó, el 36 Viviendas. ¿La razón? Quizás porque esas viviendas habían sido hechas en la gestión de Poggi. Eso no es gestión. Eso es abandono. Por eso, esta obra es tan importante. Porque es símbolo de un Estado presente, que escucha, que cumple, y que trabaja para mejorar la vida de su gente. El gobernador asumió un compromiso claro hace más de un año, antes de llegar nuevamente al cargo: “Lo primero que haré en La Punta será el gas natural”. Y cumplió. Un año y tres meses después, la obra ya comienza a ejecutarse. Ayer vimos lágrimas en los ojos de muchos vecinos. Lágrimas de alegría. Porque cuando una obra transforma la vida cotidiana — cuando permite cocinar, calefaccionarse, vivir mejor— deja de ser solo un caño bajo tierra. Hoy, un tercio de nuestra ciudad aún no tiene gas natural. De 6.000 viviendas, unas 2.000 todavía lo esperan. Esta obra es el primer paso para cerrar esa brecha. Para igualar oportunidades. Para construir una ciudad más justa. Y mientras tantas familias celebran esta buena noticia, no puedo dejar de pensar en esos ocho años de promesas vacías, donde el Estado brilló por su ausencia. Hoy, por fin, estamos viendo la diferencia entre decir y hacer. Entre abandonar y gobernar.