LA JOVEN QUE DENUNCIÓ AL “GERIÁTRICO DEL HORROR” INSISTE QUE PRESENTÓ LAS PRUEBAS: “TODOS LOS VIDEOS, FOTOS, AUDIOS Y DEJÉ MI NÚMERO DE TELÉFONO”

Sheila Cuello salió al cruce de la fiscal y aseguró que aportó la evidencia de los maltratos. Recalcó que los abuelos eran golpeados y atados a camas. Dijo que desde la Justicia solo se comunicaron una vez con ella. Y expuso las amenazas que recibió por parte de familiares de las personas que estaban en la residencia.

WhatsApp-Image-2025-09-06-at-21

A principios de agosto, cuando El Chorrillero habló con Nayla Cabrera Muñoz, la titular de la Fiscalía Penal con Intervención en Contexto de Género, Diversidad Sexual, Infancias y Adultos Mayores, indicó detalle por detalle qué había en el expediente sobre el “geriátrico del horror” de Justo Daract. Con la ayuda de su fiscal adjunta, Julieta Moyano, mencionó los elementos que constan en ese sumario que llevó adelante, en primera instancia, el fiscal instructor 3 de Villa Mercedes, José Olguín.

Dijo que allí figuraban las actas del allanamiento que hicieron en la residencia, ahora clausurada, “Hogar luz de vida”, las que hizo la Policía, los informes médicos sobre las revisiones a los ocho ancianos que ahí había, fotos del lugar, la denuncia de la última empleada del asilo, Sheila Dennis Cuello, y los testimonios de cuatro familiares de los jubilados, que le restaron importancia a la denuncia, diciendo que nunca advirtieron que sus parientes hayan sido maltratados.

La funcionaria pública que actualmente está a cargo de la causa recalcó que las fotos de los residentes amarrados a camas, que publicó este medio y tantos otros, y unos audios, en los que se percibe claramente la voz de la dueña del lugar, pidiéndole por favor a la empleada que atara a los ancianos, no figuran en el expediente. De hecho, se vino a enterar de la existencia de esos audios de WhatsApp porque la periodista de este medio se los nombró.

Al ver la publicación de El Chorrillero, la denunciante salió, de cierta forma, a desmentir los dichos de Cabrera Muñoz. Escogió su cuenta de Facebook con la que ella se maneja para manifestarse. En una extensa publicación, para empezar dijo que iba a “aclarar cosas” del geriátrico, dado que ella fue quien hizo la denuncia. “Están diciendo que no hay pruebas de violencia, ni nada y que nadie se presentó”.

Pero eso es solo la punta del iceberg. En una comunicación que mantuvo a través de un chat con este medio, denunció algo muy grave. Aseguró que, desde que decidió sacar a la luz lo del “geriátrico del horror”, ha recibido amenazas y una de ellas es de, nada más y nada menos, que de una hija de una de las residentes de ese asilo, que en tres audios le aseguró lo siguiente:

“No hables si no sabes ¿Qué te calienta? La dejé tirada ahí a mi vieja. Mirá si se me va a caer una lágrima. Listo. Ahora voy a cobrar una moneda y listo. A vos no te calienta si la dejé tirada o no. No tenés idea, estuviste un mes ahí y no tenés ni idea de las enfermedades, no tenés idea lo que pasé con mi vieja. No sabes quién soy yo. No sabes quién es mi mamá. No sabes qué fue lo que hizo. Así que no inventes, pend… de mier.., maleducada. Encima atrevida, encima no sabes nada”.

“Sabes qué bolu.., te va todo en tu contra. Estos mensajes, bolu.., estúpida, te van todos en tu contra, gila. No seas tan boba. Estúpida. Estuviste ahí. Sos cómplice, vos también vas a ir al juzgado, vos también vas a tener que hablar ahí, pedazo de otaria, bolu.., pend… bolu..”.

“Ya nos vamos a ver ahí las caras, cuando vayamos al juzgado, gila”.

En su publicación, ante todo, Sheila aclaró que ya no vive en Justo Daract, por lo que se le dificulta presentarse ante la Justicia de Villa Mercedes para “hacer todo lo que esté a su alcance”.

“Cuando presenté la denuncia fui con todas las pruebas, videos, fotos, audios y dejé mi número de teléfono”, dijo. Afirmó que hasta hoy, desde la fiscalía, solo se comunicaron con ella una vez. Fue para citarla “tal día y tal hora”, pero se le hacía imposible porque está muy lejos y transita el octavo mes de un embarazo, que es de riesgo.

Dado que estaba impedida de viajar en colectivo, le aseguraron que la volverían a llamar “para solucionar las cosas”, para ver dónde podría presentarse en la localidad de Río Negro, de donde es oriunda y se encuentra actualmente.

Pero esa segunda comunicación, según sostuvo, jamás sucedió. “Nunca llegó la llamada, nunca me llegaron mensajes de nada”, aseveró. Denunció que lo único que ha recibido hasta el momento son solo amenazas.

“Yo sigo sosteniendo esto (que hubo maltratos), sigo teniendo las pruebas, las fotos y los videos”, señaló, e insistió que “ellos están queriendo tapar todo”, sin especificar a quién se refería. Tal ocultamiento de la verdad que mencionaba lo llevan adelante a través “de plata”.

“No pueden hacer como que no pasó nada, los familiares, los que se hayan presentado son ciegos”, se quejó y remarcó: “No puedo creer que hayan sido capaces de decir que nunca vieron nada, que iban a verlos a ellos (a los ancianos), cuando solo iban cuando tenían que pagar. Qué vergüenza”, escribió indignada.

Recordó que ella estuvo en “Hogar luz de vida” un mes y en ese breve tiempo fue testigo de las sobradas pruebas de maltrato hacia los frágiles residentes, cuyas edades rondaban entre los 80 y 90 años. “Pude juntar las evidencias, pero ahí hubo muchos trabajadores que jamás hablaron y sé muy bien que se quedaron callados”, denunció. Recalcó que, a diferencia de los antiguos empleados, ella sí “daba la cara”.

Y lanzó una grave acusación contra la Justicia porque no “hace nada” al respecto: “Está claro que acá hubo mucha plata para no manchar el nombre de esta vieja hdp (la dueña del geriátrico) para volver a quedar como el ángel que ayuda a todos”.

Indicó que ella sigue a disposición, aguarda el llamado de la fiscalía a cargo, como le prometieron, y lo espera con todas “las pruebas en mano”, aunque algunas personas, no dijo quiénes, le recomendaron “que no pasara evidencia de nada”.

“Me pidieron que no pasara pruebas a nadie, hasta que me lo pidan ellos”, repitió. Sin embargo, admitió que ni siquiera sabe quién la llamó, puso hasta en duda de que haya sido alguien de la Justicia. “Todo fue muy raro”, expresó.

Aseguró una vez más que quiere justicia “por esos abuelitos” y no se va a quedar con los brazos cruzados, pero deben entender que cursa un embarazo complicado, tiene detrás una familia que atender y que está sola en todo esto, porque “no tiene a nadie a su favor”, hasta los familiares de los ancianos le dieron la espalda.

Denunció que los parientes de los jubilados han llegado a amenazarla, insultarla y están molestos porque los puso en evidencia “al hacerlos quedar mal”. Dijo que no hablan ni comparecen en la Justicia porque “saben que son culpables, también de haberlos metido ahí”, a sabiendas de que el asilo no estaba ni habilitado y no era seguro para esas personas en tan delicado estado.

Contó que los hijos y otros parientes de los residentes iban “de vez en cuando” al geriátrico, ubicado sobre avenida Hipólito Yrigoyen, y solo estaban ahí media hora. En ese tiempo no era posible que se dieran cuenta por lo que pasaban los indefensos ancianos, tanto menos si la dueña les llenaba la cabeza antes.

“M. los manipulaba a los abuelitos y les decía que no dijeran nada de nada, que no les fueran a ser una carga a sus hijos, ni hacerlos sentir mal por cómo están ellos”, relató Sheila.

Según su afirmación, la dueña los operaba así, mentalmente, para que los jubilados “se sintieran culpables” y se vieran a sí mismos “como una carga” para sus hijos. Y, de esa manera, las víctimas “tuvieron que aguantar maltratos para que sus hijos estuvieran bien y pensaran que ellos estaban bien, cuando no era así”.